Residencias para la tercera edad | Residencias de ancianos
Residencias para la tercera edad
Una de las ideas sobre las cuales se ha escrito muy poco es: ¿cuáles son las características que debe tener una residencia para la tercera edad? No se trata de un aspecto sin importancia: para empezar, la amplitud del lugar en cuestión. El problema de la intimidad resulta clave para un anciano, es decir que, en primer lugar, hay que brindarle un espacio vital en el que se mueva con total libertad y una habitación grande en la que pueda disfrutar de sus cosas. El sitio debe poseer también otras peculiaridades importantes: debe ser bien aireado, silencioso e iluminado, con salida a ámbitos verdes donde abunde la naturaleza. El viejo, paradójicamente, valora mucho más la vida en esta etapa de la existencia que en otros tiempos más felices; por eso es de suma trascendencia que, por ejemplo, las flores de adorno sean todas naturales y que haya animales domésticos cerca, entre ellos perros pequeños, cariñosos, y gatos de todo tipo, que devuelvan todo el afecto que reciben. El baño es la habitación que adquiere más relevancia a esta edad avanzada; la pulcritud es una de las metas de toda buena institución, pero también debe mantenerse bien ventilado, con ventana a un jardín o a una arboleda frondosa. Desde luego la residencia de ancianos debe ofrecer otros servicios como los médicos con atención personalizada durante las 24 horas, dietas especializadas para los abuelos, talleres de musicoterapia, terapia psicológica anti-depresión, festejos de cumpleaños (en lo posible con presencia de los familiares), peluquería, manicuría, gimnasia rítmica, yoga, taller de teatro, canto y caminatas breves. Un buen instituto debe ofrecer además un gimnasio de rehabilitación, jardín de invierno y un amplio parque, todo esto acompañado por un departamento de kinesiología y rehabilitación donde atender los frecuentes dolores que aquejan a nuestros queridos ancianos. La sala de juegos es también una habitación importante, puesto que el tiempo disponible es mucho y las regresiones a la infancia son muy recurrentes. Parece que la gente de edad avanzada comprende sabiamente que nunca se ha dejado de ser niño. Por eso los juegos resultan un elemento clave para asegurar la salud mental de los internados en estas casas y para fomentar la convivencia social con los otros residentes. En este orden de cosas, otro de los detalles a tener en cuenta es el vínculo con las familias, que para el abuelo cobra una importancia fundamental para su salud afectiva. Tiene que existir un ámbito agradable donde el punto de encuentro sea cordial, sin importar la relación precedente entre el pariente y el anciano.